Un catarro que colonice las fosas nasales implican un aumento del riego sanguíneo a la zona, un engrosamiento de la mucosa (el epitelio en contacto con el aire que produce el moco) un aumento de la producción de moco.
Ambos factores son positivos. En concreto, al aumentar la producción de moco vamos arrastrando los virus hacia la garganta, de forma que no se acumulen y proliferen en las fosas nasales. Cuando aumenta tanto el flujo de moco que va viajando hacia la garganta, puede haber zonas que se acumulen (un atasco, vamos). Entonces estornudamos: una columna de aire a presión despeja las vías y quita los tapones de moco.
Por tanto, los estornudos son positivos y hasta necesarios, si no estornudáramos se nos obstruirían las fosas nasales, no circularía el moco y proliferaría más (mejor para el virus).
El estornudo no es un reflejo vestigial, es muy útil también para las infecciones por virus. Y el virus como tal no produce el estornudo, aunque se puede aprovechar de éste para diseminarse por el aire. Pero una obstrucción de las fosas nasales haría que los mocos se nos cayeran por la nariz, al retirarlo se impregnarían nuestras manos de virus, y al ir tocando objetos y personas diseminaríamos más la infección. En los virus del catarro la diseminación por contacto (directo o indirecto) es al menos tan importante como la vía aérea.
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