Coincido con mucho de lo dicho. Me resulta más fácil acordarme por las colecciones de los libros, como la de alfaguara con Momo y La Historia Interminable, incluso alguno de Gerald Durrell (aunque era un tanto lisérgico para mi gusto). También leí muchos de Grijalbo (creo) , unos que salía un conejo en la portada que indicaba la edad a la que iban destinados (o algo así). Mi autor favorito de esa editorial era Joan Manuel Gisbert. Ese misterio de la isla de tokland, o ese museo de los sueños (este un poco más juvenil).
También me inicié en la fantasía con una serie que no he visto nombrar aquí: Doneval, y Favila, de Graham Dunstan Martin.
Mi mayor sufrimiento fueron la lecturas obligatorias en el colegio.
Despues de todo, por aquellos tiempos la lectura era mi pasatiempo individual favorito (sin coñas, que os veo la mirada sucia
) y eso de que te obligasen a leer un libro que ... sería una joya de la literatura universal pero para un joven es un trulo de primera ... para mi era como una violación: Cómo convertir un placer en un dolor.
Para muchos otros fue como una castración. Jamás sabrán lo que es coger un libro por placer. Quedaron marcados con el pecado original: Leerás con dolor. Eso si que es maltrato, y no las ostias que de vez en cuando te deslizaban, muchas veces con razón, alguna que otra ... sin ella. De todas formas, estas no dejaban secuelas.
La única lectura obligatoria que me gustó - y sin pasarse - fue, como habéis apuntado ya, La Edad Prohibida.
