Bueno, bueno, bueno... ¡Qué películas se monta la gente! Ejem... Intentaré no ser demasiado destructivo con mi crítica, pero vaya por delante que el artículo me parece una soberana chorrada.
Empecemos por el principio: vale, tenemos una bonita nave "propulsada por gravedad" (nombre no menos falso que sensacionalista) marca ACME, con sus fastuosos depósitos de helio, sus cámaras de aire comprimido, sus turbinas y sus alas plegables marca ACME. Como comenta mi buen amigo KillerRex, podemos aceptar que el cacharro empezaría a subir hasta su cota máxima (dada fundamentalmente por el peso total de la estructura y el volumen de los depósitos de helio), por aquello de la flotabilidad y tal. Con el aire comprimido lograríamos un empuje tan ridículo que hacer un viaje en este trasto puede ser cuestión de días o semanas, pero bueno, con paciencia todo se aguanta...
Ahora bien, eso de que (y cito literalmente) "parte del aire comprimido almacenado se expande entonces hacia las áreas dirigibles, disminuyendo el efecto de la flotabilidad del helio e iniciando la fase de descenso de la aeronave"... ¿cómorrr? Si por "áreas dirigibles" entendemos los depósitos de helio, ¿quiere esto decir que los tanques de helio y aire son adyacentes y de geometría variable, de tal modo que cuando se expande el aire se contrae el helio, y viceversa? Es lo único medianamente lógico que se me ocurre. En este caso, puedo aceptar (con ciertas reservas) que el trasto inicie un suave descenso hacia mamá Tierra. Bien.
Lo que me parece ridículo es afirmar que en ese "vertiginoso" descenso seamos capaces de comprimir el aire (parte del cual hemos expandido previamente, ojo), ya que (y me remito de nuevo a KillerRex) los principios de la termodinámica y la conservación de la energía son caprichosos, y saltárselos a la torera me parece feo. La resistencia aerodinámica de un aparato de semejantes dimensiones haría que dejara de avanzar en un breve lapso de tiempo. Y comprimir aire a velocidades bajas es caro, muy caro. Sin un aporte extra de energía, la cantidad de aire comprimido produciría un empuje similar al soplido de un niño de tres años. Por otro lado, efectivamente, cada vez seríamos capaces de descender menos y, por tanto, de conseguir una cantidad menor de... ¡tachán!... "energía gravitatoria" (redobles de tambores y sonido de trompetas).
Total, que después de muchas horas de viaje en globo, nos encontraríamos montados en un cacharro que no avanza, a varios miles de metros de altitud y con unas perspectivas poco halagüeñas de llegar con éxito a nuestro destino... ¡Ufff!
Mención aparte merecería el tema del control de la aeronave, porque hacer un viraje a velocidades absurdamente pequeñas puede resultar una aventura de lo más emocionante. Y lo de plegar y desplegar las alas en vuelo también tiene su miga, pero eso lo dejaremos para otra ocasión.
En fin, quiero pensar que el artículo lo ha escrito alguien que no se ha enterado muy bien de qué va el tema, que se trata de una broma o bien que los científicos que han ideado la nave se habían tomado unos cuantos cubatas antes. De todos modos, ¿quién sabe? Puede que algún día tenga que tragarme mis palabras y mis críticas... ¡Entonces sería el primero en querer montar en una montaña rusa con alas!
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